Guaynabo refuerza su espíritu navideño con la iniciativa “Casitas de Amor”: dignidad, empatía y trabajo municipal al servicio de los más vulnerables

Por tercer año consecutivo, el Municipio de Guaynabo volvió a tocar puertas y corazones. La iniciativa “Casitas de Amor”, dirigida por el Departamento de Vivienda Municipal, completó una serie de mejoras esenciales en hogares de adultos mayores y familias en vulnerabilidad, reafirmando que la Navidad en Guaynabo no solo se celebra: se practica con acciones concretas.

Las brigadas municipales realizaron un amplio esfuerzo de trabajos, desde sellado de techos hasta remodelación de baños, instalación de barras para personas con impedimentos, puertas nuevas, pintura, mejoras de acceso y entrega de enseres. Cada hogar visitado recibió más que mano de obra: recibió acompañamiento, respeto y la certeza de que su municipio piensa en ellos primero.

Entre los beneficiados se encuentran Wilfredo González, Eduardo Valcárcel, Juan del Carmen Torres (Carmelo), Félix Haddock y María Sánchez, residentes de Amelia, Frailes, Colimar y el casco urbano respectivamente. Las intervenciones incluyeron acondicionamientos para accesibilidad, plataformas, closets nuevos, barras de apoyo y entrega de estufas, neveras, colchones y lavadoras, entre otros enseres.

Además de las mejoras estructurales, los empleados municipales realizaron gestos adicionales: compraron decoraciones, artículos para el hogar y obsequios, y montaron árboles de Navidad en cada residencia, recordando que la dignidad también se ilumina con detalles de sensibilidad.

El alcalde Edward O’Neill Rosa destacó el trabajo de sus brigadas y la vocación de servicio que impulsó esta edición del proyecto, adjudicando todo el mérito a un equipo que, más allá de la labor, entiende el valor humano de lo que representa.

“El verdadero significado de la Navidad es mirar a nuestro alrededor, identificar quién necesita una mano amiga y actuar con empatía y generosidad. Agradezco profundamente el compromiso de nuestras brigadas municipales y de todo el equipo de Vivienda por devolver dignidad y bienestar a estas familias. Invito a todos los guaynabeños a que, en esta época tan especial, imitemos este gesto y colaboremos con quienes más lo necesitan. Esa es la esencia de nuestras tradiciones”, expresó el alcalde.

“Casitas de Amor” trasciende el esfuerzo constructivo: es un modelo de política pública comunitaria, donde el municipio va físicamente a la puerta de los ciudadanos que ya no pueden tocar la del gobierno.

Los empleados municipales no solo cumplieron con un plan de trabajo; acompañaron, escucharon y compartieron, dando forma a un proyecto que demuestra que la misión pública también es emocional, humana y profundamente sensible.

En tiempos donde la soledad, la edad avanzada, la salud frágil o la falta de apoyo familiar se acentúan, Guaynabo demuestra que su municipalidad no abandona: abraza.

Este año, como reiteró el ejecutivo municipal, el brillo lo pusieron los empleados, quienes con martillos, brochas, madera, estufas, pintura y espíritu solidario confirmaron que el servicio público se distingue cuando se ejecuta con humildad y amor.

“Casitas de Amor”, más que una iniciativa, se ha convertido en una lección social: las fiestas pueden ser luz para todos, especialmente para quienes habían dejado de esperar.